No estamos entendiendo nada

Estamos en pleno panorama económico que nadie podía evaluar hacia dónde nos iba a llevar. Nadie hace un par de años podía imaginar cuál sería el escenario que ahora estamos viviendo.

Estamos en un proceso de crisis donde todos, irremediablemente todos, nos vemos afectados en mayor o menor medida.

Escribía hace tiempo “Lo peor de esta crisis no es ya la crisis en sí, sino la forma en que ha arraigado en lo más hondo de nosotros. La crisis financiera derivó primero en crisis económica, y de ahí nacieron el resto de crisis. Incluida la penúltima, la de las energías renovables. Digo penúltima porque, a mi juicio, la última en cristalizar ha sido la crisis de responsabilidad.

Responsabilidad porque si alguna enseñanza nos ha dejado la crisis es que hay que tener visión, ser innovador y acometer buenas prácticas empresariales. De ésta no salimos simplemente a base de golpes de creatividad, sino de la mano de la ética y la transparencia. Ahora se trata de restaurar la confianza en bancos, empresarios, mercados, supervisores y políticos. Pero, sobre todo, en la sociedad”.

 A todo esto le podemos poner el título de Responsabilidad Social Empresarial (RSE).

Desde mi punto de vista, uno de los graves problemas de la RSE es su indefinición, pues cada uno le hemos puesto el traje que mejor nos sonaba: Reputación Corporativa, Responsabilidad Social Corporativa, Responsabilidad Social Empresarial, Responsabilidad Corporativa,… y así podría seguir hasta completar este artículo.

Estamos “discutiendo” un nombre cuando a lo realmente importante no le estamos dedicando el tiempo necesario. Todos estos términos se pueden reducir en una sencilla frase “RSE es un CÓMO para conseguir un QUÉ”.

Así, cada uno, puede ponerle el nombre que quiera al QUÉ y al CÓMO. Hasta que no sociabilicemos la RSE seguiremos navegando por el cielo con buenas ideas, pero no aterrizaremos con grandes cambios que es lo que tanto a nivel personal como empresarial necesitamos.

Una imagen que nos impacta a todos diariamente es la de los sanitarios abatidos por el gran esfuerzo que realizan día a día y por ver cómo, a veces, este esfuerzo no logra salvar la vida de una persona.

Más allá de la historia, está el sentido. El sentido que se desprende de un profesional cuyo objetivo es el de garantizar la salud de las personas que le rodean y que, en este caso, no consigue mantenerlo.

El sector sociosanitario ha tenido una gran influencia en estos últimos tiempos. No creo que haga falta decir por qué.

Independientemente del sector donde se actúe debemos entender para qué estamos aquí y qué influencia tenemos en nuestros grupos de interés. El éxito personal y profesional está ahí, en establecer modelos de confianza que nos permita ser referente en nuestra actividad diaria.

Tenemos que trabajar desde las emociones, pero sin perder el objetivo que nos trae cada día, nuestro QUÉ. Hace unos meses hablaba con un CEO de una gran compañía española sobre estos temas y me decía: “Desde nuestra empresa apostamos por la RSE de manera incondicional y allá donde vamos lo exponemos. El otro día nuestro DIRSE participó en unas jornadas y le pregunté cuántos clientes habíamos traído de ese evento”.

No sigo detallando, pero lo que tengo claro es que No estamos entendiendo nada. La RSE no es un modelo de captación directa de clientes, es el CÓMO desarrollo la estrategia de mi compañía para conseguir que esos clientes vengan, para conseguir empleados más motivados, para conseguir proveedores mejor adaptados,….  El departamento encargado de traer los clientes a la empresa es el COMERCIAL, el de gestionar las inversiones el FINANCIERO, el de las personas RRHH, el de que todo funcione correctamente ORGANIZACIÓN, y así todos los que forman la empresa.

Y todos estos deben tener en cuenta en sus decisiones COMO debo hacerlo para que consiga ser más competitivo, más sostenible, más responsable, más ético, más coherente, más transparente,…

Dejemos de tratar la RSE como un concepto y trabajemos más en llevarla a la práctica.